3.07.2006

MODELADO 3 (el cuerpo, receptáculo de luz)


Modelar a tientas ha sido una experiencia gratificante, por el desconcierto mismo que supone modelar sin la seguridad, sin el control que conlleva saber exactamente qué aspecto formal está adquiriendo aquello que modelamos en cada momento.

Precisamente este pequeño des-control, permitió que nos concentráramos en una primera fase del modelado, la más táctil y sensorial, sensual, por la que además apreciamos la masa de barro y, por tanto, nuestra acción de modelar, como una incertidumbre, como un proceso dubitativo del que extraer una primera certeza: nuestro hic et hunc, el estar aquí y ahora existiendo contemporáneamente a la materia que se está modelando, lo cual, en su sentido profundo, no es poca cosa.

Desde nuestra actividad de confluencia entre la materia y la luz, modelar a tientas no es un fin en sí mismo, sino un medio, un ejercicio a través del cual hemos podido entender entre todos, de manera palpable, palpada, palpitada, cómo la luz interviene en el modelado, cómo toda forma nace, vive y se orienta respecto a la luz.

Así, en la penumbra, el modelo y el barro son una realidad confusa, pero de entre esa confusión, vamos trayendo a la luz la forma, que es el objetivo de modelar.
El cuerpo modelado se configura, por tanto como materia orientada hacia esa luz.

¿No deberíamos, por tanto, a través del modelado, concebir ese cuerpo cómo un receptáculo de luz?

No hay comentarios: